El pasado, 28 de noviembre se promulgó el decreto 4404 que establece “protocolos y medidas de bioseguridad, medidas para el Sistema Nacional de Salud, actividades económicas, jornada laboral y otras, para proteger la salud y la vida de la población ante la pandemia de la COVID-19, en la etapa de recuperación y preparación ante un eventual incremento de casos.” Lo que supone la reactivación de todas las actividades económicas, culturales, deportivas, religiosas y otras con el objetivo de mover la economía y paliar un poco la crisis económica que ha generado la pandemia.
Realmente no es como si tuviéramos la opción de seguir encerrados. La economía no da para eso y ya está probado. Uno de los sectores más golpeados por la crisis económica de la pandemia fue el cultural y el que se pueda reactivar el sector es prácticamente un bálsamo caído del cielo (bueno, más bien caído del gobierno). Esta alegre noticia no debe borrar de nuestras mentes la pregunta: ¿Es suficiente con abrir los espacios culturales y reanudar las actividades para ayudar al perpetuamente olvidado sector cultural?
Yo digo que no, no es suficiente. Las artes han sido olvidadas desde siempre en nuestro país y nuestro ciudadano promedio suele inclinarse por lo deportivo (fútbol). Los últimos gobiernos no han hecho mucho precisamente por apoyar al arte si no es para promocionarse o para vender solo la faceta indígena occidental del país. Desde mi humilde perspectiva pienso que se debería incentivar mucho más a la cultura. No solo con las entradas folclóricas, sino incentivar a que la gente lea, visite exposiciones de artes plásticas, dar presupuesto para obras de teatro y producciones cinematográficas nacionales.
¿Podemos esperar algo de nuestro nuevo y flamante ministerio de culturas? La verdad, lo dudo mucho. No creo que podamos esperar algo remotamente bueno para este sector si nuestra ministra de culturas sigue ocupada con una cacería de brujas que ni le corresponde. No podemos esperar nada mientras a nuestro actual gobierno le siga conviniendo una separación de clases y el estímulo del odio entre clases.
Pero bueno, no nos queda de otra que seguir como podamos. Sobreviviendo y esperando que el próximo día nos traiga algo mejor.
Valeria Muñoz